Espero que este articulo sea provechoso para ti, y que juntos podamos construir un mundo mejor.
Introducción:
El perdón es una bendición, es un regalo que nos ha dado Dios para que con él podamos aliviar un poco nuestra carga.
Muchas escrituras dicen lo mismo: Perdona y serás perdonado. Que sería lo mismo decir: perdona y serás liberado de toda culpa o deseo de venganza; perdona y deja partir el pasado de tu vida; perdona y sé feliz…
La principal razón para perdonar es, ser feliz. Qué ganamos llevando por la vida una mochila llena de odio, rencor, resentimiento, etc…, solamente ganaremos una existencia muy triste, además de las enfermedades que todas esas emociones negativas pueden generar.
El perdón es una herramienta que se puede aprender a utilizar, eso mismo, el perdón se aprende. Esa es la idea de este mini curso diseñado para que puedas poner en práctica esa herramienta y lograr en tu vida los cambios que andas buscando.
Aprendiendo a Perdonar.
Muchos de nosotros queremos resultados rápidos, queremos resolver nuestros problemas en un dos por tres. Pero cuando se trata de nuestros sentimientos, de nuestra programación, de nuestras emociones, tenemos que tener un poco de paciencia. Seamos realistas, no vamos cambiar 20, 30, 40, años, de la noche a la mañana. Eso no significa que no haremos nada al respecto, al contrario, trabajaremos con ahínco para que, poco a poco, vayamos transformando nuestras vidas. Yo pienso que vale la pena, no importa el tiempo. Para unos puede ser más rápido que para otros, pero lo importante es ir dando paso tras paso, hasta lograr nuestro el objetivo: ser mejores personas y de esa manera, hacer que nuestro mundo sea un lugar agradable para vivir.
Siempre recuerda esto: el perdón es para ti, no para la persona que te causó dolor, la herida la llevas tú en tu pecho, aunque la otra persona también se beneficia con tu perdón. Cuando decidimos perdonar recuperamos nuestro el poder que habíamos perdido tornándonos víctimas de nuestro agresor, y cuando nos apropiamos de nuestro poder ya no necesitamos jugar el juego de víctima y victimario, ya no necesitamos echar la culpa a los demás, sencillamente porque nos hacemos responsables de nuestros sentimientos, de nuestras acciones. Por lo tanto, perdonar es un acto de amor hacia nosotros mismos, consecuentemente es también un acto de amor para los demás. Observa a un niño; está lleno de amor, de pureza e inocencia, el perdón es innato en él. Nosotros cuando éramos niños también teníamos esas características, pero con el pasar de los años nos olvidamos de quien realmente somos, los perfectos hijos de Dios. Nuestra esencia sigue ahí, nunca la perdimos. El perdón nos ayuda a recordar quien somos, nos conecta con nuestro niño interno, con nuestra divinidad y con la divinidad del otro.
Nuestro trabajo aquí es rescatar esa conexión con nuestra esencia, ¿cómo? Aprendiendo a perdonar, dejar que el perdón entre en nuestras vidas. Dejar partir la rabia y el resentimiento, que en la medida que alimentamos esas emociones se trasforman en odio.
El perdón es una poderosa herramienta, que si estamos dispuestos a usar, nuestra vida cambiará completamente, nada volverá a ser como antes, el pasado se quedará atrás y ya no le daremos poder para destruir nuestro presente. El perdón se aprende, y todo depende de en cual medida estemos dispuestos a perdonar. De nada sirve si tu dices de la boca para afuera: “Ah.. ok, yo lo voy a perdonar…” o, “Está bien, te perdono”, si en el fondo no perdonas. El perdón para ser efectivo tiene que ser hecho de corazón, con la firme certeza que el mayor beneficiario serás tú mismo. Es muy dañino llevar una herida por mucho tiempo, muchas enfermedades son causadas por la falta de perdón. Se ha demostrado científicamente que el perdón mejora la calidad de vida de quien lo practica. Hay muchos beneficios: aumenta la autoestima, te da esperanza, te hace una persona más abierta, y seguramente mejora las relaciones personales.
Para mí hay tres pasos fundamentales que tenemos que dar si estamos dispuestos a perdonar:
1- Reconocer que estamos heridos.
2- Sentir compasión por nuestro agresor.
3- Tomar la decisión de Perdonar.
1- Reconocer que estamos heridos, y que la herida la llevamos nosotros.
Tenemos la tendencia de poner la culpa en los demás por las cosas que nos pasan a nosotros: “yo me siento así porque fulano me hizo tal cosa…” “todo lo que me pasó es por tu culpa...”, etc. Para algunas personas puede ser difícil entender que nosotros somos los responsables por las situaciones, tanto agradables como desagradables, que nos ocurren. Nosotros atraemos las experiencias que nos toca vivir para crecer y aprender algo que seguramente la tenemos como una materia pendiente, tal como en la escuela, para pasar de grado tenemos que aprender las lecciones…
Por lo tanto tenemos que tomar conciencia que si una herida no es curada a tiempo puede empeorar con el pasar de los años, por eso la principal razón para perdonar es sentirnos bien, estar en paz. Cuando tomamos conciencia de la causa de nuestro resentimiento o dolor es mucho más fácil deshacerse de él. Pero muchas veces la verdadera causa no está en el hecho que podría parecer el causante del dolor, eso podría ser sólo un detonante, la causa podría estar mucho más atrás, como por ejemplo alguna experiencia traumática en la infancia. Cuanto más ahondamos dentro de nosotros mismos más nos conoceremos.
Hagamos el siguiente ejercicio:
Toma lápiz y papel y escribe (es muy importante que escribas, porque estarás usando casi todos tus sentidos):
- Alguien a quien quiero perdonar es……………………………..…
- El motivo por el cual lo quiero perdonar es porqué……...............
- Lo que gano guardando resentimiento es……………………….
- Lo que gano perdonando es…………………………
- Cómo me siento perdonando a…………….
Puedes ser creativo e inventar tus propias frases. Al terminar de escribir, toma unas cuantas respiraciones… estírate… relájate…, no intentes analizar o buscar explicaciones sobre lo que has hecho, simplemente siente. Muchas veces el intelecto busca razonamientos, que de verdad, cuando estamos trabajando con nuestras emociones, no sirven para nada, más bien estorban. Así que, date el permiso de sentir, lo que sea…
2- Sentir compasión, ver al agresor como un ser humano, reconocer al perfecto hijo de Dios que es y tratar de comprender lo que le llevó a causar daño.
Esto no significa sentirse superior y con derecho a juzgar y culpar porque sería caer en un círculo vicioso. Significa simplemente en aceptar el orden divino de las cosas. Dios, o el Universo, o como lo quieras llamar, nos “utiliza” a nosotros para sus fines. Recuerda que la vida es una escuela, y las situaciones que atraemos (Ley de Atracción) siempre son bendiciones.
El hecho de que puedas aceptar el orden divino y reconocer al hijo de Dios en el agresor, no quiere decir que tengas que estar de acuerdo con sus acciones, una cosa no tiene nada que ver con la otra. El tema importante aquí son nuestros sentimientos, no la historia que haya sido la causa de nuestro dolor, podemos pasar toda una vida recordando el hecho en sí y olvidándonos de lo que ese acontecimiento nos produce. Vuelvo a repetir: lo más importante son nuestros sentimientos, no las anécdotas.
Trata de comprender la causa de la actitud de la persona que te ha hecho daño. Yo sé que es difícil aceptar a las personas, pero te repito que “no somos nuestras acciones”, además, todos cometemos errores, y por más grave que haya sido el agravio, todos merecemos el perdón.
Visualización:
Busca un lugar tranquilo donde puedas estar a solas sin ser interrumpido. Sentado o acostado, toma unas cuantas respiraciones profundas. Pon tu atención en la punta de los dedos de los pies, y ve llevando tu atención, poco a poco, por las piernas… los brazos… manos… abdomen… pecho… cuello… orejas… ojos… boca… Respira profundo nuevamente. Ahora imagina que te encuentras en un hermoso lugar, que puede ser en la playa o en la montaña…donde te sientes a gusto. El día está hermoso, con un sol radiante, el cielo es azul y los pájaros vuelan libremente… Mira hacia tu derecha y ves una hermosa casa, caminas hacia ella…abres la puerta y entras…y para tu sorpresa encuentras a esa persona que te ha hecho daño pero que decididamente estas dispuesto a perdonar. Ve en su dirección… ¿qué sientes?…párate frente a ella… y dile todo lo que le quieras decir… cuando hayas terminado, mirándole a los ojos, le dices: (Nombre de la persona)…te perdono completamente, estoy decidido(a) a dejarte partir de mi vida y así desencadenarme de ti. Te perdono, lo hago porque quiero sentirme bien, elijo estar en paz…
Ahora acompaña a esa persona hasta la puerta y despídela de tu vida, y mira como se va alejándose y perdiéndose en el horizonte… toma tres respiraciones profundas y poco a poco regresa al aquí y ahora… cuando quieras abre los ojos.
3- Tomar la decisión de Perdonar.
El fraile dominico Henry Lacordaire dijo: “¿Quieres ser feliz por un instante? Véngate. ¿Quieres ser feliz para toda la vida? Perdona”. Así que perdonar es la decisión más inteligente que podemos tomar. ¿Qué beneficios te traería perdonar? Son muchos: Paz interior; salud física y mental; incremento de la autoestima; relaciones exitosas, e incluso podría mejorar tus finanzas, pero…¿qué tiene que ver el perdón con el dinero? Muchísimo, el perdón tiene que ver con todos los aspectos de nuestra vida. Al perdonar te vuelves una persona con más energía, con más creatividad, ya no pierdes tu tiempo en trivialidades, aunque para ti puede parecer importante estar enganchado con tu resentimiento. Diciendo eso no quiero desmerecer los sentimientos de nadie, pero esa es la verdad. Malgastamos demasiada energía en cosas que no valen la pena. No vale la pena cargar por 10, 20 o 30 años una mochila cargada de “papas podridas” (este ejemplo lo doy en mi libro Aprendiendo a Perdonar, refiriéndome al costo que conlleva no perdonar), es demasiado. Cuanto más liviano estemos, mejor. Nuestro paso por ésta vida será más gratificante. Por lo tanto, no esperes más. Decide hoy mismo a perdonar. Empieza por ti mismo. Perdónate, y luego perdona a los demás.
Ejercicio:
Puede ser hecho escrito o mentalmente: Perdono a………………….completa y amorosamente. Lo haces por 10 veces observando lo que sientes. Llegamos al final de este mini curso, espero que haya sido de tu agrado y que las herramientas aquí propuestas te sirvan para apoyarte en tu proceso de reconciliación contigo mismo y con los demás. (El tema de la reconciliación lo ahondamos en mi libro Aprendiendo a Perdonar) Ahora un último ejercicio para que practiques en tu día a día: Cuando te suceda cualquier situación con otra persona que te desagrade, por ejemplo, una discusión, en ese mismo momento, mira a los ojos de la persona y repite mentalmente: Reconozco en ti al hijo de Dios que eres. Eres Luz. Eres amor. Te perdono completamente. Eso es mágico. Incluso puede practicar con cualquier persona independiente si haya una situación desagradable o no, te sentirás mucho mejor.
Mario Moriani
Introducción:
El perdón es una bendición, es un regalo que nos ha dado Dios para que con él podamos aliviar un poco nuestra carga.
Muchas escrituras dicen lo mismo: Perdona y serás perdonado. Que sería lo mismo decir: perdona y serás liberado de toda culpa o deseo de venganza; perdona y deja partir el pasado de tu vida; perdona y sé feliz…
La principal razón para perdonar es, ser feliz. Qué ganamos llevando por la vida una mochila llena de odio, rencor, resentimiento, etc…, solamente ganaremos una existencia muy triste, además de las enfermedades que todas esas emociones negativas pueden generar.
El perdón es una herramienta que se puede aprender a utilizar, eso mismo, el perdón se aprende. Esa es la idea de este mini curso diseñado para que puedas poner en práctica esa herramienta y lograr en tu vida los cambios que andas buscando.
Aprendiendo a Perdonar.
Muchos de nosotros queremos resultados rápidos, queremos resolver nuestros problemas en un dos por tres. Pero cuando se trata de nuestros sentimientos, de nuestra programación, de nuestras emociones, tenemos que tener un poco de paciencia. Seamos realistas, no vamos cambiar 20, 30, 40, años, de la noche a la mañana. Eso no significa que no haremos nada al respecto, al contrario, trabajaremos con ahínco para que, poco a poco, vayamos transformando nuestras vidas. Yo pienso que vale la pena, no importa el tiempo. Para unos puede ser más rápido que para otros, pero lo importante es ir dando paso tras paso, hasta lograr nuestro el objetivo: ser mejores personas y de esa manera, hacer que nuestro mundo sea un lugar agradable para vivir.
Siempre recuerda esto: el perdón es para ti, no para la persona que te causó dolor, la herida la llevas tú en tu pecho, aunque la otra persona también se beneficia con tu perdón. Cuando decidimos perdonar recuperamos nuestro el poder que habíamos perdido tornándonos víctimas de nuestro agresor, y cuando nos apropiamos de nuestro poder ya no necesitamos jugar el juego de víctima y victimario, ya no necesitamos echar la culpa a los demás, sencillamente porque nos hacemos responsables de nuestros sentimientos, de nuestras acciones. Por lo tanto, perdonar es un acto de amor hacia nosotros mismos, consecuentemente es también un acto de amor para los demás. Observa a un niño; está lleno de amor, de pureza e inocencia, el perdón es innato en él. Nosotros cuando éramos niños también teníamos esas características, pero con el pasar de los años nos olvidamos de quien realmente somos, los perfectos hijos de Dios. Nuestra esencia sigue ahí, nunca la perdimos. El perdón nos ayuda a recordar quien somos, nos conecta con nuestro niño interno, con nuestra divinidad y con la divinidad del otro.
Nuestro trabajo aquí es rescatar esa conexión con nuestra esencia, ¿cómo? Aprendiendo a perdonar, dejar que el perdón entre en nuestras vidas. Dejar partir la rabia y el resentimiento, que en la medida que alimentamos esas emociones se trasforman en odio.
El perdón es una poderosa herramienta, que si estamos dispuestos a usar, nuestra vida cambiará completamente, nada volverá a ser como antes, el pasado se quedará atrás y ya no le daremos poder para destruir nuestro presente. El perdón se aprende, y todo depende de en cual medida estemos dispuestos a perdonar. De nada sirve si tu dices de la boca para afuera: “Ah.. ok, yo lo voy a perdonar…” o, “Está bien, te perdono”, si en el fondo no perdonas. El perdón para ser efectivo tiene que ser hecho de corazón, con la firme certeza que el mayor beneficiario serás tú mismo. Es muy dañino llevar una herida por mucho tiempo, muchas enfermedades son causadas por la falta de perdón. Se ha demostrado científicamente que el perdón mejora la calidad de vida de quien lo practica. Hay muchos beneficios: aumenta la autoestima, te da esperanza, te hace una persona más abierta, y seguramente mejora las relaciones personales.
Para mí hay tres pasos fundamentales que tenemos que dar si estamos dispuestos a perdonar:
1- Reconocer que estamos heridos.
2- Sentir compasión por nuestro agresor.
3- Tomar la decisión de Perdonar.
1- Reconocer que estamos heridos, y que la herida la llevamos nosotros.
Tenemos la tendencia de poner la culpa en los demás por las cosas que nos pasan a nosotros: “yo me siento así porque fulano me hizo tal cosa…” “todo lo que me pasó es por tu culpa...”, etc. Para algunas personas puede ser difícil entender que nosotros somos los responsables por las situaciones, tanto agradables como desagradables, que nos ocurren. Nosotros atraemos las experiencias que nos toca vivir para crecer y aprender algo que seguramente la tenemos como una materia pendiente, tal como en la escuela, para pasar de grado tenemos que aprender las lecciones…
Por lo tanto tenemos que tomar conciencia que si una herida no es curada a tiempo puede empeorar con el pasar de los años, por eso la principal razón para perdonar es sentirnos bien, estar en paz. Cuando tomamos conciencia de la causa de nuestro resentimiento o dolor es mucho más fácil deshacerse de él. Pero muchas veces la verdadera causa no está en el hecho que podría parecer el causante del dolor, eso podría ser sólo un detonante, la causa podría estar mucho más atrás, como por ejemplo alguna experiencia traumática en la infancia. Cuanto más ahondamos dentro de nosotros mismos más nos conoceremos.
Hagamos el siguiente ejercicio:
Toma lápiz y papel y escribe (es muy importante que escribas, porque estarás usando casi todos tus sentidos):
- Alguien a quien quiero perdonar es……………………………..…
- El motivo por el cual lo quiero perdonar es porqué……...............
- Lo que gano guardando resentimiento es……………………….
- Lo que gano perdonando es…………………………
- Cómo me siento perdonando a…………….
Puedes ser creativo e inventar tus propias frases. Al terminar de escribir, toma unas cuantas respiraciones… estírate… relájate…, no intentes analizar o buscar explicaciones sobre lo que has hecho, simplemente siente. Muchas veces el intelecto busca razonamientos, que de verdad, cuando estamos trabajando con nuestras emociones, no sirven para nada, más bien estorban. Así que, date el permiso de sentir, lo que sea…
2- Sentir compasión, ver al agresor como un ser humano, reconocer al perfecto hijo de Dios que es y tratar de comprender lo que le llevó a causar daño.
Esto no significa sentirse superior y con derecho a juzgar y culpar porque sería caer en un círculo vicioso. Significa simplemente en aceptar el orden divino de las cosas. Dios, o el Universo, o como lo quieras llamar, nos “utiliza” a nosotros para sus fines. Recuerda que la vida es una escuela, y las situaciones que atraemos (Ley de Atracción) siempre son bendiciones.
El hecho de que puedas aceptar el orden divino y reconocer al hijo de Dios en el agresor, no quiere decir que tengas que estar de acuerdo con sus acciones, una cosa no tiene nada que ver con la otra. El tema importante aquí son nuestros sentimientos, no la historia que haya sido la causa de nuestro dolor, podemos pasar toda una vida recordando el hecho en sí y olvidándonos de lo que ese acontecimiento nos produce. Vuelvo a repetir: lo más importante son nuestros sentimientos, no las anécdotas.
Trata de comprender la causa de la actitud de la persona que te ha hecho daño. Yo sé que es difícil aceptar a las personas, pero te repito que “no somos nuestras acciones”, además, todos cometemos errores, y por más grave que haya sido el agravio, todos merecemos el perdón.
Visualización:
Busca un lugar tranquilo donde puedas estar a solas sin ser interrumpido. Sentado o acostado, toma unas cuantas respiraciones profundas. Pon tu atención en la punta de los dedos de los pies, y ve llevando tu atención, poco a poco, por las piernas… los brazos… manos… abdomen… pecho… cuello… orejas… ojos… boca… Respira profundo nuevamente. Ahora imagina que te encuentras en un hermoso lugar, que puede ser en la playa o en la montaña…donde te sientes a gusto. El día está hermoso, con un sol radiante, el cielo es azul y los pájaros vuelan libremente… Mira hacia tu derecha y ves una hermosa casa, caminas hacia ella…abres la puerta y entras…y para tu sorpresa encuentras a esa persona que te ha hecho daño pero que decididamente estas dispuesto a perdonar. Ve en su dirección… ¿qué sientes?…párate frente a ella… y dile todo lo que le quieras decir… cuando hayas terminado, mirándole a los ojos, le dices: (Nombre de la persona)…te perdono completamente, estoy decidido(a) a dejarte partir de mi vida y así desencadenarme de ti. Te perdono, lo hago porque quiero sentirme bien, elijo estar en paz…
Ahora acompaña a esa persona hasta la puerta y despídela de tu vida, y mira como se va alejándose y perdiéndose en el horizonte… toma tres respiraciones profundas y poco a poco regresa al aquí y ahora… cuando quieras abre los ojos.
3- Tomar la decisión de Perdonar.
El fraile dominico Henry Lacordaire dijo: “¿Quieres ser feliz por un instante? Véngate. ¿Quieres ser feliz para toda la vida? Perdona”. Así que perdonar es la decisión más inteligente que podemos tomar. ¿Qué beneficios te traería perdonar? Son muchos: Paz interior; salud física y mental; incremento de la autoestima; relaciones exitosas, e incluso podría mejorar tus finanzas, pero…¿qué tiene que ver el perdón con el dinero? Muchísimo, el perdón tiene que ver con todos los aspectos de nuestra vida. Al perdonar te vuelves una persona con más energía, con más creatividad, ya no pierdes tu tiempo en trivialidades, aunque para ti puede parecer importante estar enganchado con tu resentimiento. Diciendo eso no quiero desmerecer los sentimientos de nadie, pero esa es la verdad. Malgastamos demasiada energía en cosas que no valen la pena. No vale la pena cargar por 10, 20 o 30 años una mochila cargada de “papas podridas” (este ejemplo lo doy en mi libro Aprendiendo a Perdonar, refiriéndome al costo que conlleva no perdonar), es demasiado. Cuanto más liviano estemos, mejor. Nuestro paso por ésta vida será más gratificante. Por lo tanto, no esperes más. Decide hoy mismo a perdonar. Empieza por ti mismo. Perdónate, y luego perdona a los demás.
Ejercicio:
Puede ser hecho escrito o mentalmente: Perdono a………………….completa y amorosamente. Lo haces por 10 veces observando lo que sientes. Llegamos al final de este mini curso, espero que haya sido de tu agrado y que las herramientas aquí propuestas te sirvan para apoyarte en tu proceso de reconciliación contigo mismo y con los demás. (El tema de la reconciliación lo ahondamos en mi libro Aprendiendo a Perdonar) Ahora un último ejercicio para que practiques en tu día a día: Cuando te suceda cualquier situación con otra persona que te desagrade, por ejemplo, una discusión, en ese mismo momento, mira a los ojos de la persona y repite mentalmente: Reconozco en ti al hijo de Dios que eres. Eres Luz. Eres amor. Te perdono completamente. Eso es mágico. Incluso puede practicar con cualquier persona independiente si haya una situación desagradable o no, te sentirás mucho mejor.
Mario Moriani