domingo, 31 de mayo de 2009

AMARSE ES...

Tengo un amigo que es una caja de música. Siempre está alegre y siempre ve que el vaso que esta con agua hasta la mitad, esta casi lleno. El dice que se medio escribe con García Márquez, porque él le escribe y García no le contesta. La clave para él estar bien es cuidarse y quererse a si mismo y que esto es mandato divino. Dice con esta razón, que las cosas no son como son sino como somos. Que nos mantenemos buscando lo que no se nos ha perdido. Que la memoria no se hizo para recordar sino para olvidar y no enloquecer. Esto quiere decir que hay que tener mala memoria para las cosas malas y excelente para las cosas buenas. Que no vale la pena cargar sentimientos y pensamientos negativos que nos amarran al desespero y a la tristeza. Incluso nos da algunos consejos para que empecemos a querernos a nosotros mismos, porque si no lo hacemos, no tenemos capacidad para amar a otros y menos a Dios. Estos son:

Despertarse con un beso o con musiquita en el despertador. Despertarse y quedarse unos cinco minutos más, haciendo pereza. Desayunar sentado con chocolate y arepa. Bañarse en agua caliente sin que le toquen la puerta para afanarlo. Irse a trabajar o a estudiar sin que lo empujen y sin afanes. Saludar a todos los compañeros de trabajo o estudio con cariño y que todos respondan igual.

Organizar la actividad del día y que todo quepa para que quede bien hecho. No tener más de una reunión en el día. Tomarse el primer tintico o aromática, saboreadito. Terminar la mañana contento y con hambrecita para un almuerzo bien ganado. Dormir cinco minutos en la oficina o la casa sin que nos interrumpan. Trabajar y trabajar con cariño y alegría, con una pausa que me permita intercambiar una noticia o chisme inofensivo.

Salir para la casa con algo bueno que contar y con las alegrías de llegar a quitarse los zapatos. Recibir y ser recibo con un beso, una sonrisa, un “que bueno”. Comer en la mesa rodeado de mi gente y escuchando lo que cada uno hizo en el día. Mirar televisión bien acompañado y compartiendo el control remoto. Leer un buen texto o novela y apagar la luz cuando se nos cierran los ojos.

Llamar al amigo o pariente que esta triste o enfermo para decirle que estamos con él. Dar y recibir un beso de buenas noches. Soñar con lo que más nos gusta o con quien queremos soñar. Comer lo que nos gusta con moderación o mejor, aprender a comer bien. Hacer cada día un poco de ejercicio físico.

Dedicar varios ratos del día a mirar para adentro, meditar, reflexionar. Intentar hacer un poema o cuento. Pasar muchas horas en el campo, observando y aprendiendo de la naturaleza.

Y si todavía nos acordamos rezar el:


“Ángel de mi guarda, dulce compañía…”


Para todo lo anterior no es necesario ser millonario. Pero sí es necesario gozar de paz interior, la verdadera paz.


Samuel Arango M.